El valor del cuidados en tiempos de pandemia

Comunicaciones ECR

Por: Yury Arenis Olarte Arias [1]

 

 

#QuédateenCasa

 

Cuidados en tiempos de pandemia. Ante la inminente crisis por la pandemia de COVID-19 el mundo entero recuerda lo efímeras que son las fronteras y lo frágil que es la vida, volviendo comunes campañas personales, familiares, institucionales e incluso mundiales, por redes sociales y medios de comunicación invitando al cuidado de nosotros mismos y los demás; un #QuédateenCasa, #LaPrevenciónestáentusManos, #EsteVirusloParamosUnidos, #TeCuidoDesdeCasa, #VolveremosAbrazarnos, entre otros, acompañan múltiples mensajes que repiten una y otra vez, cuídese, cuídeme, cuide, cuidémonos, cuidado.

Sin lugar a dudas el cuidado es el concepto elegido para combatir los riesgos, los miedos y las crisis que se nos presentan en lo cotidiano. Tal parece ser, que ante la emergencia por la vida detonada por la pandemia COVID-19, se hace un llamado a la reflexión sobre el valor del cuidado en la existencia humana. Dicha práctica que nos acompaña desde los inicios de nuestra especie y que nos ha permitido procesos de hominización y humanización nos invita a gritos a la transformación, a reconocer que el Cuidado más allá de ser una práctica y un trabajo profundamente humano es una ética, una posibilidad de relacionarnos consigo mismos, con la humanidad y con los otros seres vivos sin generar daño.

Desde diversas profesiones y disciplinas se ha estudiado el cuidado, visibilizando nociones globales de este con relación a la vocación, el afecto y el amor, y sin querer desmentir el valor sensible de esta práctica se asegura que sus dimensiones son mucho más profundas y políticas. El ser humano materializa este concepto a través de un hacer con sentido. Hacer que históricamente se ha entendido alineado a la caridad y a las prácticas afectivas familiares/domésticas, lo que ha llevado a entenderse como un oficio carente de valor monetario y desarrollado exclusivamente en el ámbito de lo privado. Bajo esta noción, diferentes trabajos relacionados con el cuidado se han desvalorizado en la pirámide económica de ingreso laboral, profundizando la desigualdad y precariedad en los oficios y profesiones del cuidado.

 

 

Sin embargo, es ante las lógicas de aislamiento y cuarentena decretadas como estrategias de prevención y protección de la vida ante la pandemia, que los trabajos del cuidado se visibilizan en su potencial para la supervivencia humana. Un ejercicio de reconocimiento que no es suficiente, sino se producen cambios estructurales en las dinámicas de distribución económica tanto para dichos trabajos como para los trabajadores.

 

Cuidados en tiempos de pandemia

 

Ante el COVID-19, trascender en la noción de cuidado, en su acepción de trabajo, y migrar a su expresión como economía, política, pedagogía y ética nos permite resignificar los imaginarios y sistemas de relacionamiento frente a trabajos y trabajadores del servicio doméstico, aseo, vigilancia, agricultura, seguridad, etc., y a trabajos desempeñados por profesionales de la educación, el arte y la salud, los cuales en la cotidianidad y la inmediatez del siglo XXI viven en una naturalizada desvalorización económica y de reconocimiento a sus quehaceres, a causa de aquella profunda noción global que sigue entendiendo los trabajos-prácticas del cuidado desde la división sexual del trabajo que relaciona el cuidado con el amor y la vocación adjudicadas a la feminidad y a las mujeres, y por ende, deslegitima el potencial transformador de dichos trabajos-prácticas en el bienestar social y humano.

Es el cuidado la práctica humana a la que menos le hemos adjudicado valor productivo en la sociedad, por el contrario, se le ha categorizado en lo reproductivo y por esto, se le ha privado de valor simbólico y económico. Sin embargo, desde un análisis crítico las prácticas-trabajos del cuidado son la base para el desarrollo humano, tanto físico, como mental y social. Es solo gracias a los cuidados en la infancia desempeñados en el contexto familiar y escolar que se hacen hombres y mujeres productivos a nivel laboral o gracias a los trabajos del cuidado del hogar, del aseo público y de la seguridad personal y comunitaria que logramos convivir en sociedad.

Es por esto que, aunque muchas profesiones teoricen y promuevan el cuidado como un derecho fundamental demandado por todas las personas, incluyendo a las que brindan cuidado, solo se logra comprender el valor de dichas prácticas tras sentir amenazada la supervivencia de la especie humana. Es decir, solo se logra reconocer el valor multidimensional del cuidado cuando dichas prácticas-trabajos son las únicas que permiten mantener, continuar o reparar las formas de existencia humana en el mundo, de tal manera que, se pueda vivir en él lo mejor posible.

 

 

La Terapia Ocupacional en tiempos de pandemia

 

La Terapia Ocupacional posiciona el cuidado como la práctica humana que posibilita el desempeño de muchas otras prácticas, trabajos y ocupaciones, generando bienestar personal y colectivo en todos los seres vivos. Por ende, convoca a considerar el cuidado desde una ética-política, que implique no solo reflexionar y cuestionar la noción global de cuidado asociado a la caridad, sino, además invita a visibilizar las prácticas de cuidado desde su potencial de respuesta a la fragilidad humana, dando importancia absoluta a la vida, más allá de los alcances biológicos y morales.

De esta manera, situarnos desde una ética del cuidado ante la crisis sanitaria, social, económica y geopolítica a la que nos enfrenta el Coronavirus nos reclama un análisis profundo a las nociones y prácticas personales y colectivas, locales y globales de relacionamiento consigo mismos, con la humanidad, con la naturaleza, con el mundo, y nos brinda un espacio-tiempo para renovar las prácticas muy poco humanas que han venido deteriorando el mundo.

Sin lugar a dudas, se agradecen todos los aplausos a los trabajos y trabajadores del cuidado, es un buen comienzo para los procesos de reconocimiento de dichos trabajos, y gracias a tantas personas, familias e instituciones comprometidas con el cuidado, es una esperanza en la apropiación del cuidado como una ética, que nos permitirá soñar en que nuevas alternativas de relacionamiento y distribución humanos-mundo son posibles. Por tanto, propongámonos mantenernos en este momento reflexivo sobre el cuidado, sus nociones y expresiones, incluso al salir de esta crisis sanitaria, emocional, social y económica. Si nos mantenemos en las lógicas de la ética del cuidado, habremos aprendido mucho sobre la fragilidad de la vida y las formas de protegerla, nos habremos transformado y con esto, renovado en nuestras prácticas de cuidado de si, de los otros, de nosotros, del sistema mundo.

 

[1] Docente Institución Universitaria Escuela Colombiana de Rehabilitación. Estudiante de Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales, Magister en Educación, Especialista en epistemologías del sur, Terapeuta Ocupacional.

 

 

 

 

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